Tengo un resacón emocional después de despedir a mis amigas en la celebración de mi  cumplevidas, que lo convierte en el momento más lúcido para escribir este artículo que lleva meses rondándome la cabeza y el corazón.

Hoy cumplo 50 años y, curiosamente, no empiezo una nueva época pero, por algún motivo maravilloso que aún estoy analizando, quiero gritarle al mundo que me siento orgullosa y feliz de este hecho: de que los 50 me lleguen.

Cada año, en esta fecha, vienen grandes mujeres de todo el país a celebrarlo conmigo, así llevo desde los 20 años y el mapa se ha ido agrandando. Durante un día y medio estamos en mi casa, donde, previamente, he cocinado para ellas (unas 20) y preparado este palacio de papel para que se sientan felices y libres y, sobre todo, abramos el corazón multiplicando el efecto de sororidad de forma tan natural, que casi me revientan las paredes de la alegría y las ganas de ayudarnos unas a otras. De crecer juntas.

Un verdadero aquelarre de emociones.

Es brutalmente hermoso verlas llorar, reír, compartir sus miedos y contagiar su valentía, influyendo en las demás para que se lancen a ser ellas mismas.

Es un regalo saberte la bruja capaz de unirlas y vivir en directo que de esa fiesta que has diseñado, saldrán relaciones que jamás hubieran sucedido si no es en ese micro mundo que has creado para ellas, las de siempre y las nuevas.

Ellas, a las que llamo musas y a las que he elegido durante años.

Este año era especial y os aseguro que no he celebrado los 50, sino el orgullo de tenerlos y de pasar esa frontera que tanto miedo nos da a las hembras, que es dejar de ser la tía buena de la fiesta para querer ser la señora elegante que siempre hemos admirado cuando la hemos visto por la calle o en alguna revista.

Llevo meses recopilando datos para escribir este artículo, con lo que no lo voy a escribir yo sola, sino todas aquellas grandes mujeres con las que he hablado sobre ello y que se unen a este paso tan significativo y tan necesario de dejar de ser el centro de la boda para querer ser el centro de su vida. Eso sí, reconozco que no he leído nada sobre este tema, porque mis libros andantes son mis musas, la cantidad de mujeres con las que me relaciono en mis cursos de formación, y mis clientas. Ellas me inspiran.

 

A estas alturas de la película, hemos criado; hemos dejado a alguien o nos han dejado; hemos llorado a moco tendido más de una y de dos veces; hemos sufrido el síndrome de la nevera vacía (llámese a ese momento en el que estás trabajando y te acuerdas de que no tienes leche en la nevera y bajas corriendo al súper sintiéndote fatal y pensando que mañana se acaba el mundo porque no podrás dársela a tu hijo para desayunar); hemos sufrido la envidia de alguna amiga que, en nombre del amor, nos fustiga con ese: “es mono el pantalón, pero no te queda muy bien a ti”, o “hija, es que tú siempre le gustas a los más raros”;

hemos dicho que sí tantas veces en las que teníamos que decir que no, que la palabra idiota ya la hemos gastado definiéndonos a nosotras mismas; nos hemos quedado esperando tantos halagos de los demás cuando los hemos ayudado, cocinado, tenido detalles de ellos, que se nos ha olvidado que somos un chollo de madre/mujer/amiga/persona;

hemos albergado todos los sentimientos de culpabilidad posibles de no atender lo suficiente a los nuestros con la frase de “joder, es que nunca me cuido yo, siempre estoy para los demás”, que ya vive con nosotros y casi ni nos la decimos; hemos dado veinte veces vueltas al armario esperando volver a colarnos esos vaqueros de hace cinco años que se niegan a ensanchar con nosotras y, sobre todo, nos hemos esforzado tanto en estar buenas o parecerlo en esa fiesta tan especial, que hemos invertido una pasta y tiempo en ello.

Pues… eso que tanto te suena, ¡ha llegado el momento de que sea pasado!, ese verbo que tanto nos gusta a las mujeres enterrar la mayoría de las veces.

 

Aquí tienes 10 tips para pegar este salto, para dejar de ser la tía buena que fuiste y para ser la señora elegante que tú quieres ser (porque todas lo hemos sido, queridas damas, que ninguna me diga que no, porque no la creo y no es verdad. Todas hemos sido bellísimas, solo que la mayoría de las veces nadie nos lo dijo o, peor aún, nos juntamos con el hombre o la mujer inadecuada) . Ojo, la que tú quieres ser, no la que los demás quieren ver.

Por fin eres tú la prota de tu vida. Por fin…

1/ Celebra si llevas gafas. Elige unas bien bonitas y póntelas casa vez que puedas, no las escondas (además, mis hermanas dicen que son muy eróticas, y a las mujeres nos encantan las mujeres que las llevan :)).

2/ Busca la aprobación de otras mujeres, olvídate de los hombres (queridos caballeros, lo siento, os hemos dado tanta importancia gracias a esa educación inadecuada que nos dieron, que ha llegado el momento de que los mejores piropos, los que realmente nos ayuden a ser nosotras y a querernos, vengan de otras damas. Los vuestros serán bien recibidos, lo prometemos, pero no serán los únicos :)).

Pierde la vergüenza, que te va a encantar. Júntate con mujeres divertidas que son ellas mismas y te contagian.

 

2/ Dale una vuelta al ropero y elimina aquellos vaqueros del año dos que lo adornan. Una talla más te quedará genial y siempre habrá una amiga que esté feliz de heredar. Y ya que estás con los vaqueros, por ejemplo, cambia las camisetas ajustadas que te marcan ese Michelin tan mono que vive contigo. Hay unas blusas ideales que te llenarán de alegría al verte cómoda y estarás más elegante. La elegancia es vestir ropa de tu talla y prendas sueltas, alternadas con algo más ajustado. Hay miles de soluciones para que te sientas bien. Olvídate de la ropa entallada si no te queda perfecta o no vas cómoda, que bastante has sufrido ya.  Eso sí, si estás en la talla, adelante, pero alargando un poco la falda y subiendo un poquito el escote :).

3/ Cosas buenas versus tía buena: haz una lista de las cosas buenas que tienes y que te han ayudado a conseguir objetivos y luego, haz una lista de las veces que realmente ir de tía buena a una fiesta o evento te ha servido de algo (aparte de un dolor de espalda por esos tacones vertiginosos o estar a dieta para que los gases no te hinchen la barriga y puedas colarte en ese vestido tan ajustado. Y todo, para que no te miraran como tú creías que iba a suceder).

Mira a ver qué lista te gusta más y es más grande y sonríe. Ese es el camino, sigue llenando esa lista, porque es por la que te valora la gente, no por tu cuerpo. Te recordarán más por la sonrisa que por el modelito; por lo que se rieron o aprendieron contigo, más que por lo que llevabas puesto. Y si te recuerdan por lo segundo, tacha a esa persona de tus favoritos 🙂 #FueraLosQueSobran.

 

4/ Incluye el misterio en tu vida. Basta de contar todo a todo el mundo y de quejarnos. Cuenta lo justo y a los elegidos.

No le cuentes tus sueños a quienes no van a apostar por ellos. Cuéntaselo a quienes ya sabes que creen en ti.

Aprende a responder con una sonrisa, en lugar de dar una explicación. No te justifiques todo el tiempo, no des explicaciones que no te han pedido.

 

5/ Quiero versus he tenido: ¡Bien, mas listas!: ¿qué he hecho por mí? y ¿qué quiero para mí? En mi lista segunda aparecen cosas como: quiero tener tiempo para pasear; quiero estar sola; quiero leer más; quiero ver a mis amigas y viajar con ellas; quiero elegir los clientes y los proyectos que comulgan con mis valores; quiero escribir todo lo que me apetezca; quiero decir que no a lo que no me aporte vida, a lo que no me haga crecer; quiero quitarme a personas que me roban la luz…

 

6/ No te arrepientas de nada, pero de nada. Eres lo que has vivido y las personas que te han amado o despreciado. Eres tú, la más bella por dentro y por fuera, la que ahora quiere disfrutarse, la que da el salto para quererse y la que comienza a saberse. Sí, a saberse, a conocerse con la seguridad de que se va a encantar. No te arrepientas, olvida. Perdona, perdónate y comienza algo nuevo; tu mejor proyecto: tú, la señora elegante.

 

7/ Deja de medir lo que los demás piensan de ti. A las mujeres nos han educado para agradar y para ir siempre monísimas. Ya no, ya no midas lo que piensan de ti. Sé ética, rodéate de personas con valor y aplica los valores a tu forma de vida. Deja de pensar en lo que opinan los demás sobre ti. No puedes gustarle a todo el mundo. Sé coherente con lo que dices que eres, eso es lo más importnate para que las personas te respeten y para que tu prestigio te preceda.

 

8/ Tus arrugas, tu cuerpo, tu celulitis, tu pelo menos abundante… todo eres tú, otra versión que ha de verse compensada con la libertad que ahora puedes tener, por las cadenas que comienzas a romper para sentirte libre de todos los clichés. Cada mujer es única y diferente y tú lo eres.

Esa es nuestra belleza, que todas somos únicas. Y nuestra libertad: que a esta edad podemos elegir dónde y con quien estar.

 

9/ Rodéate de señoras elegantes. Esto es fundamental para el gran paso, porque vamos a dejar de competir y las señoras elegantes no lo hacen, al revés, ayudan a las demás a que brillen. Al menos, nuestras señoras elegantes, las que nosotras queremos a nuestro lado. Elige muy bien con quien sales y con quien te juntas y sí, ha llegado el momento de que dejes a alguna dama en el camino, todas no te valen, lo siento. Sé exquisita en tus relaciones, son las que te van a ayudar a brillar o te van a apagar.

 

10/ y la más importante: grábate este paso en tu corazón, incluso escríbetelo en la mano: riéte mucho, mucho, mucho. De ti y con tus amigas.

Reírnos es el gran talento femenino que a veces olvidamos porque hemos estado demasiado ocupadas en parecer serias.

 

11/ Si no estás en el momento vital de dar este paso, no lo des. No te fuerces. Estas herramientas, por mucho que te gusten o creas que van contigo, no te servirán. Me remito al punto 7: sé coherente contigo misma para serlo después con los demás. (Este es extra, que siempre se me cuela un punto, me emociono escribiendo y ya no voy a cambiar el título, además queda peor el 11 que el 10 :)):

 

Y termino con esta frase que tanto me gusta decir y que resume parte de mi trabajo diario con grandes damas y, sobre todo, el que he hecho conmigo misma:

 

Las mujeres nos ocupamos tanto de los demás que nos olvidamos de brillar.

 

Os incluyo este poema que publiqué el lunes (cada lunes publico uno) y que lo dediqué precisamente a este tema. Es autobiográfico y me encanta leerlo en los cursos que imparto porque me recuerdo a mí misma, el camino que he elegido:

Declaración de intenciones

7 Comments

  1. Yolanda de San Rafael Sánchez Mateo. dice:

    Enhorabuena por tu artículo, Yolanda, por tu sinceridad, tu dulzura y tu fuerza.
    En
    Hora
    buena.

  2. Zaira dice:

    Me encanta tu artículo, ver la foto de Sonoridad Pasional me ha encantado. GRACIAS por dedicarnos esas horas al mes para ayudarnos a crecer. Eres maravillosa Yolanda.

  3. María luz dice:

    Yolanda , eres brillante , te agradezco que tu fuerza y tu luz la compartas con otras personas que lo necesitan !!!

    • Yolanda Saenz de Tejada dice:

      Ay, qué bonitas tus palabras… gracias infinitas por sentirlo así. Aquí estoy, los que me leéis sois mi motivación.
      Gracias por comentar tan apasionadamente.

  4. Montse dice:

    Maravilloso artículo. Emocionada en cuerpo y alma. Escalofríos y el bello de punta, las lágrimas me han acompañado desde le punto 3. Feliz de leerte.
    Muchísimas gracias por escribir como la haces, me siento orgullosa de ser mujer y cuándo te leo parece que me broten superpoderes. Felicidades.
    Un fuerte abrazo.

    • Yolanda Saenz de Tejada dice:

      Querida Montse, a mí me brotan amapolas al leer tu mensaje. Qué lujo para mí!!! Gracias infinitas por tus palabras y por decírmelo.

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