Estar blanca no es una enfermedad
Cada año, por estas fechas, escucho lo mismo una y otra vez: Yolanda, qué blanquita estás…
Me hace gracia que utilicen la palabra “blanquita” de la misma forma que se utiliza la de “negrito” cuando te refieres a un hombre de color y parece que no lo quieres decir así a bocajarro (vamos, que ellos están súper orgullosos de serlo, igual que las pedazo de mujeres negras a las que envidio desde niña).
El año pasado opté por contestar siempre lo mismo y creo que de esa forma daba a entender que yo soy blanca y que no me gusta quemarme. Así que mi respuesta es: bastante dinero me cuesta mantenerme así… (haciendo referencia a las protecciones solares que compro durante todo el año).
Cuando tenía 14 años, o incluso 13, me quemé todo el pecho por tomar el sol. Mi hermana Ana se acuerda muy bien de cómo me gustaba estar morena (quemada, lo siento, pero la palabra morena no existe, la piel se quema y, para quienes no lo sepáis, no se recupera).
Luego tomé conciencia y dejé a mi actividad reinar (eso de tumbarme sin hacer nada a tomar el sol no va conmigo, me parecía un trabajo excesivo) y jamás lo volví a tomar; al revés, me liberé, porque así podía bajar a la playa cuando más me gusta, que es a primera hora de la mañana, a pasear y a nadar, y a la última, también a pasear y ver anochecer.
Así que sí, que estoy blanca, bastante, tanto que las vikingas, las canallas, a veces me colorean en las fotos de verano que nos hacemos en la playa.
Ya sé que las piernas no lucen tan bonitas porque se ven todas las imperfecciones, por no decir que si salgo con las amigas de mi hermana pequeña de Huelva (que están todas súper morenas y guapísimas) y volvemos de madrugada, cuando ya se te ha caído el colorete y la BB cream a los pies, ella me dirá que parezco un espectro. Y, por supuesto, también sé que la ropa no me favorece tanto y encima me empeño en ponerme algún vestido amarillo… (Yolanda, ahí te pasas un poco).
Pero yo estoy encantada con mi color de piel, que lo sepáis, porque hago lo que me da la gana y porque a mí me gusta la gente blanca, que conste (post dedicado a quienes pasáis de tomar el sol porque es lo que toca en verano y a los que no os dejáis llevar por cómo te mira la gente en la playa mientras vas paseando, como si fueras una giri que acaba de llegar).
Soy muy estricta con las protecciones solares y las vikingas viajan con ellas con la misma importancia que el cepillo de dientes. Desde niñas, si volvían quemadas de un campamento, era peor que si volvían con piojos. Me pongo muy, muy pesada con esto, porque mañana me lo agradecerán.
Estar blanca no es una enfermedad; así que no estaría mal que los que nos miráis a esta raza de lechosas en verano que, además quieren seguir siéndolo, con cara de que estamos horribles y no nos hemos dado cuenta de ello, que no nos digáis: qué blanquita estás…
además, dejareis de influir negativamente en quienes, de tanto escucharlo, terminan por optar y coger el camino de achicharrarse para gustar más.
Que, por cierto, nosotras no os decimos: oye, qué quemada estás…?
Hermanos, sé que no me leéis, pero vosotros también me habéis dicho lo de blanca, así que si alguien que me lee los tiene cerca, que se lo diga ?.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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2 Comments
Hola Yolanda,
cuanta razón tienes. Tengo una buena amiga que en verano, cada vez que me ve me lo dice: ¡Uy, pero que blanquita estás!, y no entiendo porqué necesita decírmelo. Yo a ella le veo rubia teñida, con dientes blancos y ese moreno tipo vieja pija acartonada (¿te acuerdas de la de Algo pasa con Mary?) y no se me ocurre decir nada al respecto. En fin, trabajaré este verano para que me sea indiferente este tipo de comentarios, es tiempo perdido de mi valioso tiempo. Abrazos
jajajaj, me encanta como lo has resumido, eso mismo he pensado yo muchas veces, que si ella estaba quemada, cómo no se veía a sí misma.
Gracias mil por tu aportación y por leerme.