Poema de lunes: Mi padre bailaba tangos

antonio saenz de tejada

Mi padre bailaba tangos,

por eso me gustan a mí,

aunque solo los haya bailado

con él.

 

Y me enseñó

a beber vino de Toro

(mientras mi madre

nos controlaba

para que no me contagiara

esa pasión suya

por los caldos,

porque en una chica,

no quedaba tan bien).

 

Nos enseñó a buscar

vereas en el campo

mientras nos criábamos

con un mapa del mundo

en el salón

para ir tachando

los países que recorría.

 

Mi padre

leía revistas de historia y

de viajes,

aún cuando ya no podía viajar

(ahí fue cuando aprendí

que se podían atravesar

fronteras con el pensamiento).

Y cuando le contábamos

una idea o una nueva empresa,

solo le convencía

la pasión que nos emanaba;

entonces sí funcionaría

y abría sus ojos,

movía las manos

y se retorcía en el sillón

como un niño.

 

Mi padre se despidió

bailando,

igual que comenzó este poema.

Se fue cuando quiso,

tal y como le decía siempre

a las teleoperadoras

que lo llamaban para venderle

un seguro de muertos.

 

Y la mayoría de las veces

(de los días y ya, de los meses)

se me olvida

que se ha ido.

 

Pedro, ya estará contigo

en el cielo.

Córtale un poco de jamón,

por favor.

 

 

(De mi nuevo libro “El club de las Creídas”, de coaching y poesía) Puedes pedirlo dedicado pulsando aquí 


El sábado, en la viña de Andújar, (Jaén) en la casa que mi padre dejó restaurada para que su familia nos juntáramos hasta gastarnos, celebramos su 93 cumpleaños. El no era de fechas, pero si de cantar y bailar mucho, así que fue lo que hicimos, pusimos una tarta y unas velas y le cantamos.

Por mi parte, de noche, cuando celebro la vida, cada día, a las 20.30 horas, brindo con él Y es el momento en el que me detengo a contarle las cosas bonitas que me han pasado. De hecho, le agradezco infinito que me haya dejado impregnada de esa positividad casi utópica que siempre derrochaba.

Entenderéis por qué, en lugar de sentir tristeza, siento una dicha absoluta. Solo se mueren los que no aman… Así reza el final de un poema que le hice hace mucho tiempo.

Y como era genio y figura, hoy os quiero dejar, además de su afición por la poesía, su amor por la vida. Esto es en una de las fiestas familiares que tenemos muy a menudo.

Así lo recordamos siempre, porque es lo que él quiere.

Si no, ¿qué sentido tendría haber forjado una vida de pasión y alegría si no te recuerdan así…?

La fotografía es de la última Navidad. Nos vestíamos iguales. Yo llevaba el chaqué de su boda que me lo regaló hace muchos años y sus corbatas. Ahora tengo también su capa.

Os dejo con el subidón de este vídeo y si quieres que te llegue el poema de lunes a tu mail, pulsa aquí y te suscribes. 

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