Al arrancarte el
brazo,
extirpaba de su
cerebro tus
caricias.
Al quebrarte
el cuello
–dulce guarida
de beso y gritos
ahogados —
te condenaba
al silencio.
Al rajar tu
pierna
—aún tan
blanca—
te dividía
(la vida)
en tres
muertes.
Y al derramar
tus miembros
(en contenedores de
basura)
te elevaba
—cabrón de
mierda—
al cielo.
**********
Durante un año, Noemí Trujillo y yo, estuvimos leyendo historias de mujeres que habían sufrido violencia en cualquier lugar del mundo.
Durante un año hicimos nuestras cada historia leída para poder contarla en verso; contárosla.
Así nació: ¡Corre, Edith Napoleón!, nuestro libro. El título es el nombre de una de las víctimas, pidiendo así a los medios de comunicación que le dieran nombre a las mujeres en los artículos, no que escribieran: una prostituta de Madrid, por ejemplo.
Este poema, con el que empiezo el lunes, fue el caso de la última víctima de ese año, justo antes de cerrar el libro.
Recuerdo las lágrimas compartidas de Noemí y mías durante tantos meses donde, cada una (imaginad la escena) elegía a sus compañeras caídas.
Esta semana (y las que vienen, eternamente) se la dedico a las mujeres que seguís ahí y que aún podéis salir. Algunas me leéis, lo sé porque me habéis escrito en alguna ocasión. Llamad al número 016 , no deja rastro en el teléfono y hay 21 mujeres psicólogas esperando vuestra llamada para que el infierno se quede tras la puerta. Durante todo el año muchas seguimos luchando para que sepáis que no estáis solas y que vuestros hijos merecen un lugar limpio de maltrato.
Abrid los ojos, queridos amigos, cerca de nosotros hay muchas mujeres que sufren violencia, muchas. Necesitan que las ayudemos.
Feliz lunes, feliz día del beso, nunca más hermoso un lunes que este, que lucha por amor del bueno.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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