Uno de los trabajos personales más difíciles que he tenido que afrontar ha sido definir mi actividad. Centrar el foco y expresar lo que soy (para una creativa es tan difícil como retener datos, en lugar de imágenes).
¿Qué quieres ser, Yolanda…? ¿Qué te apasiona y qué sabes hacer bien para poder vivir de ello?
Hubo un momento en el que estaba tan perdida porque hacía muchas cosas y no me enfocaba en ninguna, que llegué incluso a enfermar (ya sabéis que el cuerpo es el libro de nuestras emociones y todo lo cuenta a voces).
He trabajado en ello mucho tiempo y quiero resumir los cuatro puntos fundamentales que me han ayudado a conseguirlo:
1/ Trabajar en mí, hacer un estudio intensivo de mis fortalezas y mis debilidades (para esto he necesitado ayuda, evidentemente, porque dicho así suena muy mono, pero ahora ponte y sé capaz de hacerte una radiografía de talento tú solita…).
2/ Precisar mi objetivo por escrito y trazar un plan de acción (ojo, que puedo tener varios objetivos (aunque no suelo tener más de dos por semestre y siempre, siempre, uno global anual). entonces, cada uno de ellos, tiene que ir escrito en un documento aparte). Trabajarlo cada día y tirarme de los rizos si me desvío (algo en mí tan natural como reírme o desayunar tres veces si el mundo se pone a tono).
3/ Formándome y pidiendo ayuda en los campos en los que tenemos más áreas de mejora (que, al principio, son casi todos :)).
4/ Preguntándole a muy pocas personas su opinión. Aprendí a hacer y luego contar y ahora, reconozco que me flipa ver la cara de algunos cuando dicen: “pero bueno, ¿cómo es que no me has dicho que estabas escribiendo un nuevo libro…?” o cuando algunos, que antes comentaban toda tu vida, se sorprenden porque ya no te pueden dar su opinión sobre lo que has montado o estudiado porque ya está hecho.
Si a esto le añado tesón (me encanta esta palabra que utiliza mi hermana mayor), tengo los ingredientes para alcanzar el estado de economía emocional que necesito (es decir, vivir de lo amo y, sobre todo, amar lo que hago).
Y el principio no fue fácil, os lo aseguro, porque ahora sabemos que la creatividad es una de las competencias más demandadas, pero cuando comencé a intentar vislumbrar cómo cambiaría mi rumbo para poder trabajar en una ciudad pequeña y en el campo, con dos hijas que salvar de los realistas que opinaban sobre toda mi vida y viniendo de la capital del imperio, donde trabajaba en moda, música y marketing, a muchos les resultaba incómodo que fuera varias cosas a la vez; que no llevara una etiqueta que dijera: yosoyempresaria, o soypoetayescritora, o formadorayconferenciante, o diseñadoragráficaymarketing…etc.
Insistían en que me definiera por una sola, cuando yo me sentía tantas diferentes…
Sin embargo, hay otras personas (que no tienen que ser las que llevas en tu corazón toda la vida) que lo entienden desde el principio y a ellas me aferré. Personas que te limpian las alas, te acarician el verbo y te admiran y apoyan cuando les dices que trabajas mucho (mucho, mucho) en cada pequeño o gran proyecto que haces, y que de pronto estás grabando un video clip con un cantante a la misma vez que diseñando una conferencia nueva sobre emprendimiento y que, además, ya no se te pegan las lentejas porque te gusta tanto cocinar, que estás pensando publicar un libro sobre cocina sana para llevarla de viaje.
Recuerdo los primeros libros que enviaba envueltos y dedicados (exactamente igual que hago ahora) y en los que invertía bastante tiempo e ilusión y alguien, muy cercano a mí, me preguntaba lo mismo que mi abuela me decía con más gracia, por supuesto, y citando a Tomás de Iriarte:
Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas,
quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad?
Yo me enfadaba muchísimo, porque quería que entendiera que el amor está en cada gesto o acción que realizas y cuando se materializa en actos, las personas lo reciben íntegro y así te recuerdan con afectividad.
Que no importa los libros que venda, sino cómo van dedicados y firmados, porque eso forma parte de la experiencia mía y del que lo recibe (bueno, no creo que lo dijera así, porque entonces no hablábamos de experiencia como ahora :)).
En resumen: me juzgaban por el exceso de #AmorProfesional.
Aprendí a guiar a todas las Yolandas que me habitaban y por eso nació mi libro: “¡Socorro!, quiero ser todas las mujeres que viven en mí” (a estas alturas, ya estamos en el 2014; ya casi no lloraba al sentirme perdida y comenzaban a brotarme muchas margaritas en el corazón. Ya sabía dónde iba… :))
Y sí, sigo siendo muchas, solo que las agrupo y las tutelo en un objetivo común. Las uno para que todas se alineen en ese proyecto, y ya lo creo que lo consiguen…
Eso sí, en muchos momentos cotidianos, las dejo libres y salvajes y que cada una haga lo que quiera o, sobre todo, sienta lo que quiera.
Después, vuelven todas al ataque y se sientan delante de una nueva clienta o de las mujeres en grupo, a las que entreno en visibilidad femenina; o de los alumnos del máster de Transcom para trabajar con ellos el principio de este post; lo que tanto cuesta: definir qué quiero ser y para quién, porque puedes ser muchas cosas, pero solo una o dos te van a permitir vivir de lo que amas, así que has de enfocarte en ellas para poder hacer el resto después, cuando ya lo has conseguido.
Y, por supuesto, no olvidar que el #AmorProfesional es lo que te diferencia y te hace único.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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