Sé que no era ella, lo sé; pero…



No era tierra
para mi yegua,
ni sus
ojos
algas
para mi mar.
No era mujer
para mi madre
ni la madre
de mis hijos.
Más bien,
en sus noches
de luna
famélica,
era la loba
caníbal
que aullaba
junto
a las fieras
enloquecidas.
Pero era
mi hembra,
y yo sólo
necesitaba
su boca
(y que me lamiera,
como sólo ella sabe,
las heridas
de nuestra
guerra).
yolandaquetambiénlosabe

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