A estas horas todos duermen.
He soñado con las vikingas cuando eran pequeñas.
Me he puesto a buscar fotografías de cosas que hacía en Navidad con ellas (Yolanda, hija, a estas horas…) y me he acordado del libro que escribí por pura necesidad y que fue un éxito cuando tenían aproximadamente 3 y 7 añitos.
Se llama ¡A Jugar! y son 46 juegos que diseñé para que los niños tuvieran buenos hábitos (solidaridad, higiene, generosidad, que estudien, que colaboren en las tareas de la casa…). En resumen, lo que yo necesitaba. Tuve, además, el privilegio de que lo editara Mondadori y aún se sigue vendiendo y dándome alegrías.
Uno de los juegos que me encantaba practicar era cómo hacer que Isabel comiera fruta. Fue mágico el primer día (hablo de hace 12 años, un montón). La profe me mandó una nota diciéndome que le había encantado.
Para muestra, un botón: pintaba la fruta y otros días le mandaba adivinanzas en los bocadillos (esto se lo sigo haciendo a la peque ahora, de vez en cuando, con 14 años. No me puedo resistir…).
Lo mejor fue que un día, la peque, que me traía la piel de la fruta (no había forma de que la echara allí a la papelera, volvía a casa con las cáscaras de todo), se comió hasta la lechuga que hacía de pelo de la mandarina…
Todavía nos reímos…
Pero al ver las fotografías no he sentido precisamente ternura, no. Me he visto, a las 12 de la noche, madre de dos hijas pequeñas, empresaria, sobreviviente de una crisis nacional, con problemas para llegar a fin de mes y con un montón de sueños en el delantal de la cocina, sabiendo que yo podía, que era cuestión de querer, de decirlo.
(Es muy importante decir las cosas no tanto para que los demás se enteren sino para que a ti no se te olviden).
Viendo estas fotografías y recordándome así de joven, de fuerte, de yoquiero, de yopuedo, de duermopoco, de escribir hasta perder la noción del tiempo y de, entre medias, vender las acciones de la empresa familiar para comprar mi vida, es cuando me he dado cuenta del esfuerzo supremo que hacen las mujeres para sobrevivir a sus ideales. La pena es que muchas abandonan en el camino. Sobre todo si el entorno no las apoya…
Este año me he propuesto apoyar a muchas, a todas las que pueda, para que encuentren su lugar, como yo encontré el mío.
Estamos en todos sitios, esperando a que otra mujer nos recuerde que ella también estaba agotada y que mientras hacemos lo que debemos, hemos de intentar hacer cada día un poquito de lo que queremos.
Por ellas va este plátano que representa la relatividad del tiempo: no tengo tiempo para nada pero lo paro para pintar una fruta y que mi hija coma sano…
Feliz miércoles, queridos amigos.
Que seáis muy felices por hábito.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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1 Comment
es que te tengo que querer mi amiga,me veo reflejada tanto en ti,lo malo en mi,que me deje morir por un hombre que a la vez me dejo por otra,pero mis hijos,Guillermo y Cristina,siempre han estado por encima de todo,incluso de mi misma….te quiero y lo sabes Feliz Navidad