Se sentaba en ese sofá de flores rojas que en lugar de hundirse, se henchía orgulloso de seguir vivo después ser apaleado por siete hijos.
Miraba al infinito (ese país tan romántico donde siempre quise vivir) y movía su taza de café con leche (corto). Primero a la derecha, luego a la izquierda. Así inagotablemente, al menos durante diez o quince minutos.
Todos los días de su vida…
Os presento a mi padre. El año que viene cumple ochenta y tiene una caravana que le compró a un jippy donde de vez en cuando viaja. Este año ya ha reservado en su alma tres semanas para recorrer Grecia. Irá en tren y en barco. Se hospedará en colegios mayores y hostales de cama y desayuno. No habla inglés y el francés le corre a duras penas por las canas. “Pero el idioma no importa, hija, no me vengas con tonterías y remilgos…”
Después, a su vuelta se irá (en su coche, con tantos años como su reloj) a Portugal. Al norte, allí estará una semana en algún sitio que ha alquilado.
Y cada mañana, cuando yo (niña con este cuerpecito aún sin terminar) le preguntaba: ¿que haces papá moviendo tanto el café?, él contestaba (y contesta):
pensar, hija, pensar…
Si pensáramos cada día
el mundo sería más
hermoso.
Así que en eso estoy, luchando con los que me dicen que a veces me pierdo en mí misma, contra los que me gritan que si no me entero de que la vida es más rápida, o de los que no entienden que
me importe un coño que
no se llevan los
pantalones de
campana…
Eso sí, os aseguro que cuanto más penséis y miréis el romántico país del infinito, más en paz estaréis…
Este poema se lo hice hace tiempo (es el único que le gusta porque dice que mi poesía es muy verde…)
Mi padre tiene -30 años.
Contando con los + 45 que su cuerpo enseña
le salen 75.
Y se indigna
si el banco no le da un préstamo
a 20 años.
Se lamenta
de que la ciática batida con el sintrom
no le dejan correr el París-Dakar;
que la furgoneta que le compró
aquel verano al vecino alemán,
llora plantada en el jardín.
Mi padre me enseñó
que la vida te la remiendas tú,
igual que un bordado,
y que besar a la gente con el labio hipócrita,
es pecado.
Y me inyectó en la sangre
la letra excitada,
el ahorro de enemigos
y la pasión derrochada.
Y un día,
cuando se vaya,
me enseñará que la muerte
solo existe para los que no aman.
yolandaquepiensa
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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6 Comments
Me ha emocionado. Me ha recordado a mi madre , que siempre ha despertado una hora antes que todos nosotros para robarle al día un rato para leer a solas acompañada también de su café y supongo que así “pensar,hija, pensar” . Qué maravillosos son los padres que nos inyectan a los hijos “la letra excitada” ,y qué bonito que te enseñarán “que la vida te la remiendas tú , igual que un bordado” . Lo dicho , me ha emocionado .
preciosa la imagen cotidiana de remover el café mientras la mente viaja…
te he traducido la noticia de la niña, pero al final la he colgado en el blog, supongo que le interesará a más personas
saludos
QUe bien que te emociones Antonia… que bien transmitirte recuerdos.
Ka, gracias, veré tu blog (bueno, siempre lo veo, tengo adicción a él).
Ha sido emocionante, realmente tu padre tiene suerte por tenerte.
Por cierto, estuvisteis magníficos en OLETVM, Valladolid.
Un beso,
Tu padre es muy sabio y la poesía es todo un homenaje a él, cuanta verdad dices en ella.
Bonito blog.
Un saludo.
titocarlos, si eres quien pienso (el niño tan adulto…), me emociona que te haga sentir con mis letras. Gracias.
yraya: mi padre es un poema. Cada día… pero no le gustan mis poemas (je,je). Me crié oyéndolo recitar. Aún cuando vamos por la calle se lo pedimos y él se pone. Tan auténtico… gracias por venir.