Subir como un volcán para bajar ardiendo, pero sin quemaduras.
Así es el amor.
Y así nos mantiene vivos.
Imagino a un hombre roto,
cosido por el aliento
de una mano.
Lo veo atravesando ciudades
con el maletero cargado
de canciones
y de labios abiertos.
De aullidos
de amor
en el pecho.
Imagino a una mujer desnuda
a destiempo
y paseando por la playa,
apretando la mano
de la primera estrofa;
esperando su llegada
o viajando al paraíso
a llenarle la boca
de verbos y de algas.
La veo dejándole
todas sus semillas
en el pecho,
esperando que,
a la vuelta,
el jardín
anide en su cama.
Ahora los veo a los dos,
lloviéndose juntos
y quitándose los verbos
de la lengua
con tanto beso sagrado.
Amándose bajo
el sol de cualquier pueblo
del sur
en primavera.
Sin hablar,
caminando hacia sus ojos
y sabiéndose perdidos.
Enamorados,
amándose
en cualquier rincón
de cinco estrellas o,
bendito maridaje,
en la mesa
de la cocina.
(De mi último libro: “Diario de una mujer completa” (aquí te dejo el enlace por si quieres ver más: libro)
Hay veces en las que el amor es tan grande, que todo el asfalto del mundo no es suficiente para demostrarlo, porque siempre hay un motivo para hacerlo crecer.
Buenos días. Que este lunes os traiga alegría y verdad y, por supuesto, mucha poesía.
De regalo, hoy, una gran poeta y amiga, a la que aconsejo que sigáis, nos recita este poema con todas sus ganas y su voz de verano. Gracias, Eva R. Picazo, por traernos belleza.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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