Hubo un momento de mi vida en el que no entendía nada y me sentía extraña en un cuerpo y cerebro demasiado diferente (entonces culpaba a mi madre de haberme educado tan emocional. Hoy, se lo agradezco cada día).
Sufrí bastante, pero aprendí a decir que no y, sobre todo, a identificar a las personas que me querían bien. No os imagináis lo que libera ese aprendizaje y lo feliz que te sientes cuando lo practicas. Es lo más parecido a la libertad.
Recuerdo una frase de mi maestro y amigo, Juan Carlos Cubeiro (él no se acuerda seguro), cuando le estaba contando lo que me dolía el comportamiento de una amiga y que no entendía cómo me podía afectar tanto. Él, sonriendo, me contestó: si no te afectara, querida Yolanda, serías Buda.
Fue una forma maravillosa de aceptar que hay cosas que tienes que pasar y que no pasa nada, cuanto antes lo sepas, antes se irán.
Y al llegar a casa, di a luz a este poema que tiene ya tres años.
Seguro que a alguno le viene bien :).
A estas alturas
de mis huesos,
me duelen
las costillas
de tanto cargar
con la huída
de los que amé.
Culpable,
soy culpable.
Por eso
mis amigos
me abandonan…
Culpable
de amar
sin pedir perdón y
de abrazar,
con todas
mis fuerzas,
sin medir
las explosiones
de calor.
Culpable,
-también-
de abrir los ojos
para cerrar las manos
y estrujar con ellas,
hasta sangrar,
los momentos
infames que sufrimos
juntos.
Culpable,
-como no-
de no calcular
mi emoción
ni mi risa,
abriendo
mi alma
como una imbécil
sin prisa.
Y culpable
de traición
a mi propio lomo
de mujer arco,
que tensa
sus venas
en cada batalla
perdida.
En cada desprecio
ajeno.
Y ahora,
amigos
que aún roéis
mis sobras
de amor,
lo siento,
recojo la
mesa
y
el
corazón.
Feliz lunes, amigos, feliz día del beso.
Esta mujer libre os abraza hasta doler.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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