Yo también quise
restos de aquel naufragio.
Y te lo pedí
justo antes del derribo.
Antes de que el camión
de la mudanza
cambiara tu cama de nido.
No pedí las cortinas,
ni los platos
—tampoco el mantel,
manchado por las velas del olvido—.
No pedí las sábanas,
ni las mantas
que apagaban el calor
de nuestros cuerpos.
Pedí una cosa que me compraste
para secar mis pecas
y mi piel,
tantas veces mojada
después de nuestras
duchas de ternura.
La pedí al menos cinco veces
deseando volver a escuchar:
amor,
este albornoz
lo he comprado para ti.
Ella no merece tener
algo usado por mí
—deberías comprarle uno nuevo—.
Las sobras
no secan.
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Este poema no está en ningún libro publicado. Es más, dudo si lo he llegado a publicar en algún sitio (alguna vez repetiré versos, es imposible acordarme de lo que comparto, pero lo hago con tanta ilusión que si repito, me disculpáis :)).
Este poema habla de las diferentes realidades de las personas cuando se separan y de la tristeza extra que acumulamos dándole vueltas a las cosas por no habernos sabido explicar o, peor aún, porque la otra persona no entiende tu dolor.
Es una historia real que me contó un amigo y el final es feliz aunque ella no se llevara el albornoz :).
Feliz lunes, queridos, feliz día del beso.
Os abrazo hasta doler, ilusionada con esta semana tan hermosa que comienza hoy y que me regala mucha, mucha agua cayendo, por fin, sin pudor.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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