¿Qué me inspira…? La profesión más antigua del mundo.

“La profesión más antigua del mundo no es la prostitución, no;  es mirar hacia otro lado…”

 

Hoy no voy a escribir yo.5050

Hoy, lo va a hacer Marcela, con la que llevo obsesionada tres días desde que la oí en la radio y a la que le brindo mis verbos, mi lucha y mis ganas.

Se lo diré en persona.

 

¿Qué me inspira…?

tú, Marcela, tu brutal valentía que me hace seguir luchando porque sí, claro que se puede…

“No soy ex prostituta. Soy superviviente de trata”

“Marçela tenía una vida normal en Brasil: estudiaba Derecho y era secretaria en un despacho de abogados. Se quedó sin trabajo, pero no quería dejar la carrera. Buscaba una salida y fue entonces cuando unas conocidas la convencieron para viajar a España para “trabajar seis meses”. Le prometieron que en ese tiempo habría conseguido ahorrar lo suficiente para seguir en la Facultad.

De Brasil al club

Viajaron siete chicas y la recomendación era clara: “No habléis entre vosotras, para no levantar sospechas”. Tras un breve paso por Francia, llegaron a Valença do Minho, en Portugal. Allí vivieron una semana. “Nos trataron súper bien, con manutención y todo. Pasada la semana, vinieron con una lista de gastos y el nombre de cada una de nosotras”. En ese momento, se cumple el manual de las mafias: les retiran el pasaporte, les comunican una deuda de más de 5.000 euros y las amenazan. Si alguna había pensado en llamar a la Policía, les quitan la idea de inmediato con una amenaza: “Tenemos amigos allí”.

Marçela recuerda la “indignación” que sintieron, pero no pudieron hacer nada; apenas media hora las separaba de un club. Las llevaron a una habitación para que eligieran “ropa, maquillaje y botas”. A la salida, las esperaba un chófer (sin cursiva) para dejarlas en un club. En el primero, trabajaban 250 personas. Marçela subraya mucho que fue el “el primero” porque después, vinieron muchos más. Los proxenetas les explicaban por qué tenían que ir de “club en club”: “Nos quedábamos como 25 días, un mes… Nos decían que pasado ese tiempo, lo que importaba a los clientes era mujeres nuevas. Nos iban trasladando de club en club”.

 

La vida en el club

Marçela tenía una deuda de 5.800 euros con la organización y la cantidad no dejó de crecer. Recuerda que “Si te levantabas tarde, te multaban. Si entrabas tarde en el salón, te multaban. Todo era motivo para aumentar la deuda”, recuerda Marçela. Nunca perdió el contacto con su familia:”Nos permitían hacer una llamada de teléfono, pero siempre con una compañera al lado para saber qué decíamos a nuestras familias. Cuando mi familia me preguntaba, yo les decía que cuidaba a unos niños, o a una persona mayor. Les decía que todo iba bien, que no se preocupasen”. Mientras Marçela hablaba, otra chica o algún encargado de seguridad del local escuchaba su conversación.

Para atraer a los clientes, en los clubes ofrecían cocaína y ellas también tenían que consumir. Las mafias promueven que las mujeres consuman droga para que sean más dependientes.

 

La huida

La jornada laboral de Marçela empezaba a mediodía. Terminaba a medianoche en un club y de ahí pasaba a otro, donde se quedaba hasta que se marchara “el último”. Tras pasar 15 días con un cliente, Marçela dijo basta: “Fui a la dueña del club y le dije mi deuda y mi compromiso con ustedes se acaba aquí. Me respondió: ‘No tienes ningún dinero, baja y vuelve a trabajar’. Empecé a protestar y subieron los de seguridad y algunas mujeres y me dieron una paliza. Ahí pensé: ‘Hasta aquí'”. Consiguió llamar al número de atención 24 horas de APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida) (609 589 479)   Llegó la Policía y la sacaron de ahí.

 

La recuperación

 Marçela ha necesitado 11 psicólogos y varias operaciones médicas para ayudar a un cuerpo que no ha resistido el alcohol y las drogas que le obligaban a consumir.

Llegó con 24 años; ahora ayuda como mediadora social de APRAMP a mujeres rumanas, nigerianas, paraguayas y otras nacionalidades que todavía no han cumplido los 18. Su familia ya sabe qué le pasaba cuando llamaba desde algún punto indeterminado de España. Ahora a quien se lo explica con más detenimiento es a sus sobrinas y hermanas. No quiere que ellas se crean cualquier falsa promesa laboral.”

 

Cadena Ser. Pulsa para oír a Marcela hablar en el artículo.

 

****

buenos días, queridos amigos, hoy vamos a hacer algo. Abolir el mirar hacia otro lado y celebrar que tenemos la gran suerte de que mujeres como Marcela, existan…

Vamos a por este jueves en el que hemos aprendido tanto de ella.

Os deseo, desde el tren, una jornada maravillosa (lo que os merecéis, of course 🙂 y cada uno, en silencio o con ruido, con pasión o con tristeza, bailando o sentado, que piense cómo puede ayudar a estas mujeres. Por lo pronto, abramos los ojos.

1 Comment

  1. joaquin cordero rodriguez dice:

    Marcela, verdad, mentira, ingenua, soñadora, luchadora, heroina, consentidora, maltratada, destrozada. En estas historias ni blanco ni negro, hay grises.
    Y nunca se indica “el trabajo mas antiguo” pudo ser los mastrimonios por dotes, fusiones, intereses, donde el amor es la cantidad que se recibe, tendremos “prostitutas” honradas, señoras con minúsculas.
    Pero de corazón Marcela te deseo una nueva vida fantástica, y que el olvido llegue pronto.

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