Estoy escribiendo.
Sintiendo.
Creciendo.
Llevo así toda la tarde. Las horas se pasean como brujas por delante de mis narices, sin dejarme tocarlas. A veces cursis, como una niña con lazos en el vestido que, cuando miro, se esconde.
Alterno, enfermiza, de la prosa al verso. Devorando angustias o reciclando alegrías. Con el eterno dilema de saber si lo que escribo es inteligible o no. Cierto o falso. Recuerdos o invención…
Que mas da donde esté la realidad. La frontera la pone el corazón.
Sí sé donde está la inteligencia. Me lo enseñó Luis Alberto de Cuenca: la inteligencia está en el espejo del cuarto de la amada, me escribió un día.
Y sigo estallando; sentada en esta mesa verde que rescaté de un contenedor. Me conquistaron sus patas sencillas de colegio. Paré el coche y la cargué. Llegue a casa como el que trae un tesoro, aunque nadie lo veía brillar. Y la pinté. Ahora, preciosa, soporta todo la pasión de mis manos. A veces parece que me habla. Escribe, Yolanda, me susurra …
Y pienso,
por ejemplo en ti.
En el día que descubrí que cada vez que te acercabas llovía en mi cuerpo. Y yo nunca tenía paraguas. Lluvia en el norte del corazón, ese lugar que tu veías desierto.
Han pasado
dos años.
Y sigue
lloviendo.
****
feliz amanecer, queridos míos.
Hoy, miércoles, nos toca romanticismo.
Que esta mañana que ya viene tarde en palacio, os regale hermosos instantes. Yo, me pido unos pocos 🙂
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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2 Comments
Tus textos siempre plagados de sensibilidad, de vida…
Muchas gracias, Oscar, por encontrar siempre lo más bello en mis verbos. Un abrazo inmenso.