Yolanda, tú no eres normal…

(Con mi amiga Sote, de la escuela de diseño donde estudiamos. Era una perfecta patronista; yo era una perfecta fullera con los patrones, se me daba mejor el diseño o la sociología.

Estilismo mío: bandas del pantalón de las cortinas de la cocina de la casa de la sierra que sobraron cuando mi madre las hizo. Detalle de la chaqueta: trozo de cojín que ya no se utilizaba. Y los  flecos, del baúl de mi madre (ese baúl que tenían todas las madres con miles de telas y de botones)).

 

Os prometo que siempre intenté ser normal desde que tengo uso de razón

(unos cinco años atrás, aproximadamente).

Cuando era niña, me escondía a menudo y nunca confesé que vivían dos Yolandas en mí

(mi salvaje psicóloga pelirroja, si me lee, sé que no me va a diagnosticar).

 

Una era todo ojos y casi no hablaba,

escribía cosas raras y

derramaba mentiras por el baby.

La otra era fantástica,

vivía en un palacio y criaba serpientes.

Se paseaba por esa habitación prohibida,

en la casa de la abuela,

preñada de muebles antiguos y

llenos de polvo,

apilados y con peligro de volcar.

Allí, cerca de la nada,

paría su mundo propio.

 

(A veces me costaba no mezclarlos y temí quedarme sepultada en el segundo.)

 

Luego llegó la adolescencia e intenté vestir como mis amigas de Huelva, de la playa.

Pero no me podía resistir a las americanas de chico que se le quedaban pequeñas a mis primos y a usar un calcetín alto de cada color bajo una falda cortada por mí.

Mi tía Mari siempre se reía cuando me veía llegar.

Lo sigue haciendo porque las americanas de chico aún las utilizo, me apasionan :).

 

Os prometo que intenté ser normal.

Pero me aburría enseguida…

 

Hoy, cuando hablo sobre marca personal, sobre ser tú misma o extraer lo mejor de ti para ofrecerlo a los demás, pienso que hacerlo con naturalidad es un proceso que nace en tu niñez pero, después, el sistema nos no anula.

Si mis padres no hubieran creído en mí,

yo sería muy desgraciada,

os lo aseguro,

porque aparte de ellos,

no lo hacía nadie.

 

(Mensaje directo y ácido para los padres).

 

Así que ahora, después de tantos años, quiero ser la yo que vive en mí y os agradezco, cada día, que lo celebréis conmigo.

Si has olvidado como eras, vuelve a por ti...

 

 

*******

Hoy, jueves, los buenos días nacen con vosotros.

Y, para celebrarlo, nos vamos de viaje!!!!

Renfe, prepárate para el segundo desayuno…

Feliz jornada, queridos, no hay bruja más feliz que yo, sabiéndose mimada por vuestro cariño.

1 Comment

  1. joaquin cordero rodriguez dice:

    Bendita locura, no cambies. Ole tu.

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