Las Barbies y mis vikingas atacan mi paz.

Reconozco que no soy de guardar cosas (sobre todo, las de los demás 🙂 ).

Así que, de vez en cuando, haciendo limpieza en la habitación de juegos de las vikingas, diviso algo que ya no utilizan y lo regalo.

Madre mía, las broncas que me he llevado…

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Y un día, de esos lindos de primavera, que nos trae todas esas ganas de cambiar de vida, y de casa, y de ropa, les llegó el turno a las Barbies. Os aseguro que no fue porque no sean atemporales, no, sino porque me sabía mal que se quedaran en una caja, solas, con el mustio de Kent que no sabe nada más que fardar, mientras hay alguna niña a la que le haría mucha ilusión tenerlas.

Así que, coordinando esta separación tan dolorosa con las vikingas, hicimos la primera selección para dar (día que me echan en cara todavía, con 20 años).

Con estrategia sibilina, dejé pasar bastante tiempo hasta avisar de que le tocaba el turno a la segunda selección de esas muñecas que nunca me gustaron, lo confieso, tan delgadas y tan estiradas; con la silicona por piel.

Pero un día, al volver a palacio, me encontré la caja vacía.

-¿Las habéis regalado…? –pregunté encantada de que mis niñas hubieran sido tan desprendidas.

-Mamá –me dice Marta, la pequeña, que es experta en contestar con preguntas -A ti te encanta reciclar, ¿verdad?

No contesto, sé que la pregunta tiene trampa.

-¡¡Pues las hemos reciclado!! –contesta ahora Isabel.

Y me llevan al salón, donde me encuentro a sus Barbies favoritas adornando la librería, la lámpara de comedor, la diana, la salamandra antigua de mi padre… vamos, una desvergüenza de inteligencia.

 

Y me parece tan genial que me da por reírme.

yolanda saenz de tejada barbies salon

Las madres sabemos (los padres también, vale :)) que si te ríes porque un niño ha hecho algo erróneo, no puedes luego regañarle, ya que pierde la gravedad del asunto. Así que opté por agudizar la parte positiva: valorar que habían aplicado la creatividad y la habían utilizado como estrategia para conseguir un objetivo.

Me pasaron por la cabeza todos esos artículos que escribo y leo sobre marca personal, emprendimiento, positivismo, actitud… todo tan valioso para una empresa, así que les dije que habían sido muy inteligentes y que su acción no tenía “un pero” (aunque sea una horterada tener las barbies en el salón decorando).

Y ya llevan aquí dos años, conviviendo con nosotros y sonriendo, desde sus lugares, a todos los que entran que, un poco sorprendidos, me preguntan: – oye,Yolanda, ¿esas Barbies por qué están ahí…?

-Visibilidad femenina, -les contesto :).

yolanda saenz de tejada barbies salon

 

 

 

 

*****

feliz miércoles, queridos, la vida es un puro regalo diario.

Y la fortuna es nuestra, que tenemos la capacidad de crear un día lleno de creatividad cada día.

Que tengáis una preciosa mañana.

 

 

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