La visibilidad tiene mucho que ver con cambiar tu posición en el espacio mental y físico de los demás.
¿Que antes eras una silla donde la gente se sentaba a su antojo, repanchingada, y un día decides que ahora ya no quieres ser eso, sino tú misma?, pues te lo curras mucho, te pones, como si no hubiera otra cosa mejor que hacer, a rellenar todos los cuestionarios que te vas encontrando de algunas frikis como yo del crecimiento personal, y cuando crees que ya lo has conseguido, cuando estás en el camino adecuado, según todas las opiniones de las que, precisamente, no son tus amigas de toda la vida, resulta que de pronto, de silla pasas a ser una diana…
Sí, pero no una Diana, diosa griega, maravillosa, con el pelo largo y el cutis de porcelana, sin celulitis y con unos pechos firmes como manzanas, no. Una diana de juego, donde todo el mundo va dejando, en forma de flecha, sus opiniones. Y claro, la mayoría no son lo que tú esperas.
Tipo:
“Yolanda, lo que has cambiado…”, o: “ya no tienes tiempo para nadie, parece que solo te importan las cosas nuevas o las personas esas que acabas de conocer”. “Ana, ¿no crees que estás siendo mala madre diciéndole a los niños que merienden solos mientras tú te apuntas a un curso en verano sobre eso que no te va a dar de comer…?”
De comer, no, claro que no, lo que quiere Ana es comerse ella sola, probarse, darse cuenta de que después de cuidar a todo el mundo, ella también es importante. Lo que quiere Ana, y Carmen, y Laura, y Sofía, y… es sentirse, esa palabra que tanto nos gusta a las mujeres, sobre todo, cuanta más edad vamos teniendo.
Mi abuela, mujer renacentista que me educó en valores individuales y personales, era una mujer visible. Ejercía su autoridad y sus principios, y lo hacía de forma elegante; es decir, respetando la opinión del otro y formándose mucho para poder opinar. Ella me educó para ser diana más que silla. Para ser yo.
Y… ¿qué te va a costar pagar por ello? que más de una vez, por aquello de utilizar un camino paralelo al que el mundo piensa que has de llevar (que no el contrario), te van a decir: “tú estás loca…”.
Al principio, que hasta mis hermanos me lo decían, no hacía caso, pero ahora sí.
Ahora sé que esa palabra está asociada a la libertad. Ahora sé que cuando me lo dicen, lo hacen desde la ignorancia de esa vida que es mía. Que es tuya. Vamos, que en la tienda que tenemos en la web, Lalunaesmíashop, hemos diseñado unas camisetas que lo rezan así:
Que me llamen loca
si eso me da alas
para ser libre,
para ser yo.
Por eso, mi mayor talento es tener armas para que otras mujeres sean visibles y, sobre todo, para que brillen.
Para que estén locas (de amor, de ganas de triunfar, de ser ellas, de brillar, de ser desvergonzadas y tiernas si les da la gana, de ser elegantes y, sobre todo, de sentirse bellas por dentro).
Locas de atar a su vida.
En mi último libro, “Poesía para directiv@s con alma, pero sin tiempo”, que aúna coaching y poesía, dedico un capítulo entero a la visibilidad, porque gracias a ella yo cumplo misiones (ay, entre las dianas y las misiones, esto parece un artículo épico).
La diferencia entre un sueño y una misión, es que el primero lo tienes ahí siempre, escondidito en el corazón y lo paseas de vez en cuando. Lo sacas, por ejemplo, en una reunión, con un vinito de por medio, tipo: pues yo tengo el sueño de…
Y la segunda, la misión, es cuando te lo tomas en serio. “Venga, Yolanda, que tú puedes”; lo agendas, lo planificas, lo aliñas de estrategia y voilà, no se cumple, lo cumples tú.
Pues yo soy de misiones, por eso os acribillo siempre con las listas :).
Así que, volviendo al capítulo de la visibilidad, que tan útil me ha sido, lo desarrollo en el método de formación que he diseñado y que consta de tres partes: ser, estar y ejecutar. En cada una de ellas te cuento muchas herramientas, pero hoy, voy a resumirte tres que para mí son vitales (Yolanda, que te conozco y siempre terminas dando más):
1/ Todos tenemos una historia. Sí, todos. No pienses que la mía es más emocionante que la tuya, no. Lo único que sucede es que yo te la cuento y a ti te da pudor hacerlo. Por supuesto, para trabajar ese pudor has de creerte que eres importante y valiosa (dos palabrejas mágicas que las mujeres llevamos muy mal, por cierto). Así que siéntate y anota tres cosas importantes que hayas hecho en tu vida tú solita, sin ayuda de nadie, y otras tres historias hermosas que has tenido. No hablo de historias de amor, hablo de historias con amor (esa señora a la que ayudaste a subirse al tren y te dijo que eras lo mejor que le había pasado; ese momento en el que un compañero de trabajo te pidió un favor y tú sabías lo importante que era para él y lo hiciste ilusionada porque te daba la gana, no porque tocaba; ese día en el que te soltaste el corazón e hiciste algo que tu padre diría que no es adecuado pero fue muy, muy divertido…).
Hala, pues las escribes y nos lo cuentas, que hay que humanizar las redes y te estamos esperando. Y, luego, me etiquetas con el hastag: #QueMeLLamenLoca :).
2/ Fórmate en aquello que a mí me gusta llamar como “Digitalización cotidiana” y que son las herramientas que van a hacer el milagro de cumplir misiones (aplicaciones para gestionar tu tiempo, cómo redactar un mail, protocolo profesional, redes sociales humanistas, inteligencia emocional…). Hay muchos cursos, gratuitos también. Recuerda que hoy, el 80% de nuestra comunicación diaria es escrita y si no te aplicas el cuento, es como si tuvieras un Ferrari y no tuvieras las llaves. Ahí, tan mono, aparcadito en el garaje…
3/ Aprende a decir que no: esto me vas a oír decirlo muchas veces, de hecho es el curso favorito que imparto, pero es que a las mujeres se nos da muy mal y eso nos resta visibilidad emocional. Si digo siempre que sí, luego me lamento y, además, no me doy importancia (ojo, que esto comienza por la familia, ahí es donde nace todo, que la mayoría de las mujeres nos quejamos de que en nuestra casa no le importamos a nadie). Pues eso, aprende a decir que no para dar un sí de calidad y para quererte más a ti misma.
4/ Seducción profesional: hala… ¿y eso qué es? Eso es comunicación, nada más sencillo. La que hemos hecho toda la vida, en la que nos han educado; es decir, interésate por las personas. Pregúntales cómo están y no te creas ni mijita lo que te digan las súper woman esas que siempre están perfectas, que sus hijos son listísimos, tienen tiempo de todo y hasta hacen el amor a menudo. Que no, que nadie te achique, que tú vales mucho, nena, y que la comunicación es cuidar a las personas y eso se te da muy bien, así que si alguien te pregunta cómo estás, contesta con sinceridad y luego, pregúntale a ella. Escuchar más que hablar y saber contar las cosas con sinceridad. Recuerda que nuestras debilidades nos acercan.
5/ Concilia la vida personal y profesional y presume de ello. Esta vez me he pasado… de tres me voy a cinco, pero es que esta me encanta. Tengo un hastag que me gusta mucho utilizar, y en mi Instagram stories cuento mi vida más cotidiana. Le llamo: #EjecutivaMaruja y es en honor al trabajo tan hermoso que hacemos las mujeres de conciliar y que hemos escondido mucho tiempo para parecernos a los hombres. ¡Y no! ya no. Ahora somos lo que queremos y si cocinamos bien, eso es un tesoro en una casa y me lo tienes que contar, que así yo me animo a hacerlo. Así que hazte la última lista: Tres cosas que sepas hacer muy bien y que en tu familia hagan que los demás tengan más calidad de vida.
Después, abrázate tú misma por esto tan importante y valioso que haces. No esperes que lo haga nadie.
Finalizo con un término que me gusta mucho utilizar con las vikingas cuando estoy en un proyecto y no puedo organizar la infraestructura familiar (es decir, que no puedo hacer de maruja ese día). Cuando preguntan, por ejemplo: ¿mamá, qué comemos? yo contesto: hoy toca des-madre (es decir, no madre, jeje).
Y lo entienden y nadie rechista. Sobre todo, porque yo sé que es lo que toca. Que me toca a mí.
La visibilidad comienza por ti misma. No lo olvides.
Experta en visibilidad femenina y Redes Sociales. Escritora de 19 libros, conferenciante, empresaria y poeta. Profesora de Postgrados en La Universidad de Cantabria. Marca personal creativa y humanista. Coach ejecutiva y de equipos certificada.
Presentadora y dinamizadora de eventos.
“A mayor tecnología, más necesidad tenemos de humanizarla”
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